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Las enmiendas propuestas por la OMS aumentarán las pandemias provocadas por el hombre

Este informe está diseñado para ayudar a los lectores a reflexionar sobre algunos temas importantes: cómo prevenir realmente las pandemias y la guerra biológica, cómo evaluar las propuestas de la OMS y sus miembros para prevenir y responder a las pandemias, y si podemos confiar en nuestros funcionarios de salud para navegar en estas áreas de manera que tenga sentido y ayude a sus poblaciones. Comenzamos con la historia del control de armas biológicas y pasamos rápidamente a la pandemia de COVID, llegando finalmente a planes para proteger el futuro.

Armas de destrucción masiva: Química/Biológica

Tradicionalmente, las Armas de Destrucción Masiva (ADM) se han etiquetado como Químicas, Biológicas, Radiológicas y Nucleares (QBRN).

Los pueblos del mundo no queremos que se utilicen contra nosotros, ya que son formas baratas de matar y mutilar rápidamente a un gran número de personas. Así que se crearon tratados internacionales para intentar impedir su desarrollo (sólo en los tratados posteriores) y su uso (en todos los tratados de control de armas biológicas). El primero fue el Protocolo de Ginebra de 1925, tras el uso de gases venenosos y armas biológicas en la Primera Guerra Mundial se prohibió el uso de armas biológicas y químicas en guerra. Estados Unidos y muchos otros países lo firmaron, pero Estados Unidos tardó 50 años en ratificarlo, y durante esos 50 años afirmó que no estaba obligado por el tratado.

Estados Unidos utilizó armas biológicas y químicas durante esos 50 años. Es casi seguro que EEUU utilizó armas biológicas en la Guerra de Corea (ver esto, esto, esto y esto) y quizás utilizó ambas en Vietnam, ya que experimentó un extraño brote de peste durante la guerra. El uso de napalm, fósforo blanco, agente naranja (con su excipiente dioxina causante de un número masivo de malformaciones congénitas y otras tragedias) y probablemente otras armas químicas como el BZ (un alucinógeno/incapacitante) provocó muchas protestas, especialmente porque habíamos firmado el Protocolo de Ginebra y se suponía que éramos una nación civilizada.

En 1968 y 1969 se publicaron dos libros importantes que tuvieron una gran influencia en la psique estadounidense en relación con nuestro almacenamiento masivo y el uso de estos agentes. El primer libro, escrito por un joven Seymour Hersh sobre el programa estadounidense de guerra química y biológica, se titulaba Chemical and Biological Warfare; America’s Hidden Arsenal(Armas Químicas y Biológicas: El arsenal secreto de EEUU) . En 1969, el congresista Richard D. McCarthy, antiguo periodista de Buffalo (Nueva York), escribió el libro The Ultimate Folly: War by Pestilence, Asphyxiation and Defoliation ( La Locura suprema: guerra por pestilencia, asfixia y defoliación ) sobre la producción y el uso de armas químicas y biológicas por parte de Estados Unidos. La reseña del libro del profesor Matthew Meselson señalaba,

Nuestra operación, «Flying Ranch Hand», ha fumigado con productos químicos contra las plantas un área casi del tamaño del estado de Massachusetts, más del 10% de sus tierras de cultivo. «Ranch Hand» ya no tiene mucho que ver con la justificación oficial de prevenir emboscadas. Más bien se ha convertido en una especie de guerra medioambiental, devastando vastas extensiones de bosque para facilitar nuestro reconocimiento aéreo. Nuestro uso de «gas lacrimógeno» que es un potente irritante pulmonar ha escalado desde el propósito originalmente anunciado de salvar vidas en «situaciones similares al control de disturbios» hasta el uso en combate a gran escala de proyectiles de artillería de gas, cohetes de gas y bombas de gas para aumentar el poder de matar de las armas convencionales de alto explosivo y de fuego. Hasta ahora se han utilizado 14 millones de libras, suficientes para cubrir todo Vietnam con una concentración efectiva sobre el terreno. Muchas naciones, incluidos algunos de nuestros propios aliados, han expresado la opinión de que este tipo de guerra con gas viola el Protocolo de Ginebra, opinión que comparte McCarthy.

Una Convención sobre Armas Biológicas

En medio de un gran rechazo a la conducta de EE.UU. en Vietnam, y tratando de pulir su presidencia, el presidente Nixon anunció al mundo en noviembre de 1969 que EE.UU. iba a poner fin a su programa de guerra biológica (pero no al programa químico). Tras recordar que Nixon no había renunciado al uso de toxinas, en febrero de 1970 Nixon anunció que también nos desharíamos de nuestras armas con toxinas, que incluían toxinas de serpiente, caracol, rana, pez, bacterias y hongos que podían utilizarse para asesinatos y otros fines.

Se ha afirmado que estas declaraciones fueron el resultado de cuidadosos cálculos de que EE.UU. estaba muy por delante técnicamente de la mayoría de las demás naciones en sus armas químicas y nucleares. Pero las armas biológicas se consideraban la «bomba atómica del pobre» y su producción requería mucha menos sofisticación. Por lo tanto, Estados Unidos no estaba muy por delante en el campo de las armas biológicas. Al prohibir este tipo de armas, Estados Unidos ganaría estratégicamente.

Nixon dijo al mundo que Estados Unidos iniciaría un tratado internacional para impedir el uso de estas armas en el futuro. Y así lo hicimos: la Convención de 1972 sobre la Prohibición del Desarrollo, la Producción y el Almacenamiento de Armas Bacteriológicas (Biológicas) y Toxínicas y sobre su Destrucción, o Convención sobre Armas Biológicas (CAB) para abreviar, que entró en vigor en 1975.

Pero en 1973 los estadounidenses Herbert Boyer y Stanley Cohen descubrieron la ingeniería genética (ADN recombinante), lo que cambió el cálculo de la guerra biológica. Ahora Estados Unidos había recuperado una ventaja tecnológica para este tipo de empeño.

La Convención sobre Armas Biológicas estableció la celebración de conferencias cada 5 años para reforzar el tratado. Se esperaba que éstas añadieran un método para solicitar «inspecciones de desafío» para evitar que las naciones hicieran trampas y que añadieran sanciones (castigos) si las naciones no cumplían el tratado. Sin embargo, desde 1991 EE.UU. ha bloqueado sistemáticamente la inclusión de protocolos que tuvieran un impacto sobre las trampas. A estas alturas, todo el mundo acepta que se hacen trampas y que probablemente estén muy extendidas.

Una fuga en una planta de producción de ántrax en Sverdlovsk (URSS) en 1979 causó la muerte de unas 60 personas. Aunque la Unión Soviética intentó encubrirlo de forma chapucera, culpando a la carne contaminada del mercado negro, para todos los conocedores del ántrax se trataba de una clara violación de la CAB ( Convención de Armas Biológicas).

Los experimentos estadounidenses con la producción de ántrax durante la administración Clinton, detallados por Judith Miller et al. en el libro de 2001 Germs (Germenes), también fueron considerados por los expertos como una transgresión de la CAB.

Han tenido que pasar más de 40 años, pero en 2022 todos los arsenales declarados de armas químicas habían sido destruidos por Estados Unidos, Rusia y los otros 193 países firmantes. La convención sobre armas químicas incluye disposiciones sobre inspecciones por sorpresa y sanciones.

Las pandemias y la guerra biológica reciben financiación de la misma corriente

Estamos en 2023 y, durante los 48 años que lleva en vigor la Convención sobre Armas Biológicas, el muro que se suponía que debía construir contra el desarrollo, la producción y el uso de armas biológicas no ha dejado de erosionarse. Mientras tanto, especialmente desde las cartas con ántrax de 2001, las naciones (con Estados Unidos a la cabeza) han estado aumentando sus capacidades de «biodefensa» y «preparación para pandemias».

Con el pretexto de preparar sus defensas contra la guerra biológica y las pandemias, las naciones han llevado a cabo investigación y desarrollo de «doble uso» (tanto ofensivo como defensivo), lo que ha conducido a la creación de microorganismos más mortíferos y más transmisibles. Y empleando una nueva verborrea para proteger este esfuerzo del escrutinio, la investigación de la guerra biológica fue rebautizada como investigación de «ganancia de función».

Ganancia de función es un eufemismo para la investigación en guerra biológica, también conocida como investigación en guerra bacteriológica. Es tan arriesgada que su financiación fue prohibida por el gobierno estadounidense en el 2014 (pero solo para los coronavirus del SARS y los virus de la gripe aviar) tras la protesta pública de cientos de científicos. Luego, en 2017, los doctores Tony Fauci y Francis Collins levantaron la moratoria, sin que existieran salvaguardas reales. Fauci y Collins incluso tuvieron la temeridad de publicar su opinión de que el riesgo de esta investigación de ganancia de función «valía la pena»

¿Qué significa realmente la ganancia de función? Significa que los científicos pueden utilizar diversas técnicas para convertir virus y bacterias corrientes o patógenos en armas biológicas. La investigación se justifica alegando que los científicos pueden adelantarse a la naturaleza y predecir lo que podría ser una futura amenaza pandémica, o lo que otra nación podría utilizar como arma biológica. Las ganancia de funciones por los virus u otros microorganismos para convertirlos en agentes de guerra biológica consisten en dos categorías: transmisión mejorada o patogenicidad mejorada (gravedad de la enfermedad).

1) La mejora de la transmisibilidad puede resultar en:

a) necesitar menos copias virales o bacterianas para causar la infección,

b) la generación de anticuerpos virales o bacterianos más elevados,

c) un nuevo modo de propagación, como añadir la transmisión aérea a un virus que antes sólo se propagaba a través de fluidos corporales,

d) ampliación de la gama de órganos susceptibles (también conocido como tropismo tisular); por ejemplo, no sólo las secreciones respiratorias, sino también la orina o las heces pueden transmitir el virus, como ocurrió en el caso del SARS-CoV-2,

e) gama de huéspedes ampliada; por ejemplo, en lugar de infectar a murciélagos, el virus pasa por ratones humanizados y así se aclimata al receptor ACE-2 humano, lo que se encontró en el SARS-CoV-2,

f) mejora de la entrada celular; por ejemplo, añadiendo un sitio de escisión de furina, que se encontró en el SARS-CoV-2,

2) aumento de la patogenicidad, de modo que en lugar de causar una enfermedad leve, el patógeno se convertiría en causante de una enfermedad grave o la muerte, utilizando diversos métodos. El SARS-CoV-2 presentaba homologías inusuales (segmentos cortos idénticos) con los tejidos humanos y el virus VIH, lo que puede haber causado o contribuido a la fase autoinmune tardía de la enfermedad, la alteración de la respuesta inmunitaria y el «COVID persistente»

La financiación de las pandemias (naturales), incluida la gripe anual, se agrupó con la financiación de la defensa biológica

Tal vez la mezcla de fondos se diseñó para dificultar que el Congreso y el público entendieran qué se estaba financiando y cuántos fondos de los contribuyentes se destinaban a trabajos de ganancia de función, lo que podría llevarles a preguntarse por qué se estaba haciendo, dada su prohibición en la Convención sobre Armas Biológicas, y otras cuestiones sobre su valor. El ex director de los CDC ( Centro de Control de Enfermedades), Robert Redfield, médico y virólogo, declaró al Congreso en marzo de 2023 que, que él supiera, la investigación sobre la ganancia de función no había dado lugar a ningún fármaco, vacuna o terapia beneficiosa.

Se utilizaron organizaciones sin ánimo de lucro y universidades como EcoHealth Alliance y su escuela de veterinaria afiliada, la Universidad de California en Davis, como intermediarios para ocultar el hecho de que los contribuyentes estadounidenses estaban apoyando a científicos en docenas de países extranjeros, incluida China, para investigaciones que incluían trabajos de ganancia de función sobre coronavirus.

Tal vez para mantener la lucrativa financiación, el miedo a las pandemias se ha amplificado deliberadamente en las últimas décadas. El gobierno federal ha estado gastando enormes sumas en la preparación para pandemias durante los últimos 20 años, canalizándolas a través de muchas agencias federales y estatales. El presupuesto propuesto por el presidente Biden para 2024 solicitaba «20.000 millones de dólares de financiación obligatoria en todo el DHHS ( Departamento de Salud y Servicios Humanos) para la preparación ante pandemias», mientras que el DHS ( Departamento de Seguridad ), el DOD ( Departamento de Defensa) y el Departamento de Estado cuentan con presupuestos adicionales para la preparación ante pandemias tanto para el gasto nacional como internacional.

Aunque el siglo XX sólo experimentó 3 pandemias significativas (la gripe española de 1918-19 y 2 pandemias de gripe en 1957 y 1968), los medios de comunicación nos han presentado pandemias casi sin parar durante el siglo XXI: SARS-1 (2002-3), gripe aviar (2004), gripe porcina (2009-10), Ébola (2014, 2018-19), Zika (2016), COVID (2020-2023), y viruela del mono (2022-23). Y se nos dice incesantemente que vendrán más, y que probablemente serán peores.

Nos han asaltado con advertencias y amenazas durante más de 2 décadas para inducirnos un profundo miedo a las enfermedades infecciosas. Parece que ha funcionado.

Los genomas tanto del SARS-CoV-2 como del virus de la viruela del mono (MPOX) de 2022 hacen sospechar que ambos eran patógenos de bioingeniería originados en laboratorios. El grupo de virólogos reunido por los doctores Fauci y Farrar identificó 6 partes inusuales (probablemente derivadas de laboratorios) del genoma del SARS-CoV-2 ya el 1 de febrero de 2020 y posteriormente se han sugerido más.

No sé si estos virus se filtraron accidentalmente o fueron liberados deliberadamente, pero me inclino por la conclusión de que ambos fueron liberados deliberadamente, basándome en los lugares donde aparecieron por primera vez, los vídeos bien orquestados pero falsos difundidos por los medios de comunicación sobre el COVID, y las respuestas oficiales ilógicas y perjudiciales. En ninguno de los dos casos se dio al público información precisa sobre la gravedad o los tratamientos de las infecciones, y las respuestas de los gobiernos occidentales nunca tuvieron sentido desde el punto de vista científico. ¿Por qué no se trataban los casos tempranamente, como los médicos tratan todo lo demás? Parecía que nuestros gobiernos se estaban aprovechando del hecho de que pocas personas sabían lo suficiente sobre virus y terapéutica para hacer evaluaciones independientes sobre la información que se les estaba dando.

Sin embargo, en agosto de 2021, no se produjo la correspondiente corrección del rumbo de los hechos. En su lugar, el gobierno federal redobló la apuesta, imponiendo mandatos de vacunación a 100 millones de estadounidenses en septiembre de 2021 a pesar de » la ciencia». Todavía no ha habido ninguna declaración precisa de ninguna agencia federal sobre la falta de utilidad de las mascarillas para un virus transmitido por el aire (que es probablemente la razón por la que el gobierno de EE.UU. y la OMS retrasaron el reconocimiento de la propagación aérea por COVID durante 18 meses). También había una la falta de eficacia del distanciamiento social para un virus transmitido por el aire, y los riesgos y la escasa eficacia de 2 medicamentos orales peligrosos (paxlovid y molnupiravir) comprados por el gobierno de EE.UU. para el tratamiento de COVID, incluso sin receta médica.

Nunca ningún organismo federal ha reconocido la verdad sobre la seguridad y eficacia de las vacunas COVID. En cambio, el CDC da vueltas sobre definiciones y estadísticas para poder seguir afirmando que son «seguras y eficaces» .Peor aún, con todo lo que sabemos, una vacuna COVID de tercera generación va a ser lanzada para este otoño y la FDA ha anunciado que se prevén refuerzos anuales.

Todo esto sigue así, incluso un año después de que supiéramos (con continuas corroboraciones) que niños y adultos en edad laboral están muriendo a tasas un 25 por ciento o más por encima de las medias esperadas, y los efectos secundarios vasculares de la vacunación son la única explicación razonable.

Muerte por miocarditis

Se sabe que las dos vacunas estadounidenses contra la viruela del mono/viruela símica(Jynneos y ACAM2000) causan miocarditis, al igual que las 3 vacunas COVID actualmente disponibles en EE.UU.: las vacunas de ARNm Pfizer y Moderna COVID-19 y la vacuna Novavax. La vacuna Novavax se asoció por primera vez con la miocarditis durante su ensayo clínico, pero se le restó importancia y se autorizó y se puso en marcha de todos modos, destinada a aquellos que rechazaron las vacunas de ARNm debido al uso de tejido fetal en su fabricación.

Esto es lo que escribieron los revisores de la FDA sobre los efectos secundarios cardíacos observados en los ensayos clínicos de Jynneos ( compañía que llevó a cabo el ensayo clínico):

Hasta el 18,4% de los sujetos en 2 estudios desarrollaron elevación de la troponina [una enzima del músculo cardíaco que significa daño cardíaco]después de la vacunación . Sin embargo, todas estas elevaciones de troponina fueron asintomáticas y sin un evento clínicamente asociado u otro signo de miopericarditis. p. 198

El solicitante se ha comprometido a realizar un estudio observacional post-comercialización como parte de su Farmacovigilancia Post-vacunal rutinaria. El patrocinador recogerá datos sobre eventos cardíacos que ocurran y sean evaluados como parte rutinaria de la atención médica. p. 200

En otras palabras, mientras que la única manera de causar un nivel elevado de troponina es romper las células del músculo cardíaco, la FDA no exigió un estudio específico para evaluar el alcance del daño cardíaco que podría ser causado por Jynneos cuando emitió su licencia 2019. ¿Con qué frecuencia se produce miocarditis tras estas vacunas? Si se utiliza la elevación de las enzimas cardíacas como marcador, ACAM2000 causó esto en una de cada treinta personas que la recibieron por primera vez. Si se utilizan otras medidas, como resonancias magnéticas o ecografías cardíacas anormales, según los CDC se produce en uno de cada 175 vacunados. No he visto un estudio con tasas de miocarditis por Jynneos, pero hubo una elevación no especificada de las enzimas cardíacas en el 10% y el 18% de los receptores de Jynneos en dos estudios no publicados previos a la autorización disponibles en el sitio web de la FDA. Mi opinión es que las vacunas COVID de ARNm que causan miocarditis en este rango general, la gran mayoría de los cuales permanecen sin diagnosticar y probablemente asintomáticos.

¿Por qué nuestros gobiernos imponen 5 vacunas distintas , todas ellas conocidas por causar miocarditis, a varones jóvenes que han corrido un riesgo extremadamente bajo de contraer COVID, y que simplemente contraen unos granos durante 1-4 semanas a causa de la viruela del mono, a menos que estén inmunodeprimidos? Es una pregunta importante. No tiene sentido desde el punto de vista médico. Especialmente cuando la vacuna probablemente no funciona -Jynneos no previno la infección en los monos en los que se probó ni tampoco lo hizo en las personas. Y los CDC no han publicado su ensayo de la vacuna Jynneos en los ~1.600 trabajadores sanitarios congoleños en los que los CDC probaron su eficacia y seguridad en 2017. Los CDC cometieron el error de anunciar el ensayo, y publicarlo en clinicaltrials.gov como se requiere, pero no han informado a su comité asesor que revisó la vacuna, ni al público, de los resultados del ensayo.

No cabe duda: nuestras agencias sanitarias son culpables de prevaricación, tergiversación e imposición deliberada de daños a sus propias poblaciones. Las agencias sanitarias primero incitaron al terror con predicciones apocalípticas, luego exigieron que se desatendiera médicamente a los pacientes y, por último, impusieron vacunas y tratamientos que equivalían a mala praxis.

Vacunas COVID: ¿El huevo o la gallina?

Las autoridades sanitarias podrían haber sido simplemente ignorantes, lo que posiblemente explicaría los primeros meses de despliegue de las vacunas COVID. Pero una vez que se dieron cuenta, e incluso anunciaron en agosto de 2021 que las vacunas no evitaban contraer el COVID ni transmitirlo, ¿por qué nuestras autoridades sanitarias siguieron imponiendo las vacunas contra el COVID a poblaciones de bajo riesgo que corrían un riesgo claramente mayor de sufrir un efecto secundario de la vacuna que de contraer el COVID? ¿Especialmente a medida que pasaba el tiempo y las nuevas variantes eran cada vez menos virulentas?

Una vez que se reconocen estos hechos básicos, uno se da cuenta de que tal vez las vacunas no se hicieron para la pandemia, y en cambio la pandemia se hizo para desplegar las vacunas. Aunque no podemos estar seguros, al menos deberíamos sospechar. Y el hecho de que Estados Unidos contratara 10 dosis por persona (revise las compras aquí, aquí, aquí, aquí y aquí) y lo mismo hicieran la Unión Europea(aquí y aquí) y Canadá debería hacernos sospechar aún más: no hay justificación para acordar la compra de tantas dosis de vacunas en un momento en el que la capacidad de las vacunas para prevenir la infección y la transmisión era cuestionable, y su seguridad sospechosa o preocupante.

¿Por qué querrían los gobiernos diez dosis por persona? Tres tal vez. ¿Pero diez? Incluso si se esperaban refuerzos anuales, no había razón para firmar contratos de vacunas suficientes para los próximos nueve años para un virus que mutaba rápidamente. Australia compró 8 dosis por persona. Para el 20 de diciembre de 2020, Nueva Zelanda había conseguido el triple de vacunas que necesitaba, y se ofreció a compartir algunas con las naciones cercanas. Nadie ha explicado la razón de estas compras excesivas.

Además, no se necesita un pasaporte de vacunas (también conocido como DNI digital o aplicación de teléfono que en Europa incluía un mecanismo para un sistema de pagos electrónicos) a menos que se administren refuerzos con regularidad. ¿Se concibieron las vacunas como el medio para poner en línea nuestras vacunas, historiales médicos, documentos oficiales y, lo que es más importante, trasladar nuestras transacciones financieras, todo ello gestionado en una aplicación de teléfono? Esto supondría un ataque a la privacidad, así como el paso previo a un sistema de crédito social en Occidente. Curiosamente, ya se estaban planeando pasaportes con vacunas para la Unión Europea en 2018.

Un Tratado Pandémico y Enmiendas: ¿Traído por la misma gente que gestionó mal los últimos 3 años?

Los mismos gobiernos de EE.UU. y de otros países y la OMS que impusieron medidas draconianas a los ciudadanos para obligarnos a vacunarnos y a tomar medicamentos peligrosos, caros y experimentales, retuvieron tratamientos eficaces y se negaron a decirnos que la mayoría de las personas que requirieron cuidados en la UCI por COVID tenían deficiencia de vitamina D y que tomar vitamina D disminuiría la gravedad de COVID, decidieron en 2021 que de repente necesitábamos un tratado internacional sobre pandemias. ¿Para qué? Para prevenir y mejorar futuras pandemias o guerras biológicas… para que no volviéramos a sufrir como con la pandemia de COVID, insistieron. La OMS lo gestionaría.

Parafraseando a Ronald Reagan, las palabras «Soy de la OMS y estoy aquí para ayudar» deberían ser las más aterradoras de la lengua después del fiasco del COVID.

Lo que la OMS y nuestros gobiernos convenientemente omitieron mencionar es que sufrimos tanto por culpa de su mala gestión médica y los despiadados cierres y mala gestión económica de nuestros gobiernos. Según el Banco Mundial, sólo en 2020 otros 70 millones de personas se verán abocadas a la pobreza extrema. Esto se debió a las políticas emitidas por los gobernantes de nuestras naciones, sus asesores de élite y la Organización Mundial de la Salud, que salió con la orientación de cerrar la actividad económica que la mayoría de las naciones adoptaron sin cuestionar. La OMS es plenamente consciente de las consecuencias de los bloqueos económicos, habiendo publicado lo siguiente:

La malnutrición persistió en todas sus formas, y los niños pagaron un alto precio: en 2020, se calcula que más de 149 millones de menores de cinco años sufrían retraso en el crecimiento, o eran demasiado bajos para su edad; más de 45 millones, estaban demasiado delgados para su estatura..

El hambre puede haber matado a más personas que el COVID, y éstas eran desproporcionadamente los más jóvenes, en lugar de los mayores. Sin embargo, la OMS parlotea sobre la equidad, la diversidad y la solidaridad, habiendo causado ella misma la peor crisis alimentaria de nuestra vida, que no se debió a la naturaleza sino que fue provocada por el hombre.

¿Cómo puede alguien tomarse en serio las afirmaciones de los mismos funcionarios que gestionaron mal el COVID de que quieren evitarnos otro desastre médico y económico utilizando las mismas estrategias que aplicaron al COVID, después de haber sido los autores intelectuales del último desastre? Y el hecho de que ningún gobierno ni funcionario sanitario haya admitido sus errores debería convencernos de que no debemos dejarles gestionar nada nunca más. ¿Por qué dejar que elaboren un tratado internacional y nuevas enmiendas al Reglamento Sanitario Internacional (RSI) vigente que obliguen a nuestros gobiernos a obedecer para siempre los dictados de la OMS?

Esos dictados, por cierto, incluyen el desarrollo de vacunas a una velocidad vertiginosa, el poder de imponer qué medicamentos se nos ordenará usar y cuáles estarán prohibidos, y el requisito de controlar los medios de comunicación en busca de «desinformación» e imponer la censura para que sólo se transmita al público la narrativa de salud pública de la OMS.

El borrador del Tratado sobre Pandemias de la OMS exige que se compartan los posibles patógenos pandémicos. Esto es un eufemismo para la proliferación de armas biológicas.

Obviamente, la mejor manera de evitarnos otra pandemia es dejar de financiar inmediatamente la investigación sobre la ganancia de función (GOF) y deshacerse de todos los organismos GOF existentes. Que todas las naciones construyan enormes hogueras y quemen sus malvadas creaciones al mismo tiempo, al tiempo que permiten a otras naciones inspeccionar sus instalaciones y registros biológicos.

Pero la OMS, en su Texto de la Mesa del Proyecto de Tratado de Pandemia de junio de 2023, tiene un plan que es exactamente lo contrario de esto. En el borrador del tratado de la OMS, que la mayoría de los gobernantes de las naciones parecen haber aceptado, todos los gobiernos compartirán todos los virus y bacterias que se les ocurran y que se determine que tienen «potencial pandémico»: los compartirán con la OMS y con otros gobiernos, poniendo sus secuencias genómicas en internet. No, no me lo estoy inventand(Así, la OMS y todos los Fauci del mundo tendrían acceso a todos los virus peligrosos recién identificados. ¿Los hackers también tendrían acceso a las secuencias? Este plan de pandemia debería hacerle sentir cualquier cosa menos seguro.

Fauci, Tedros, y los de su calaña en la OMS, y los que gestionan la biodefensa y la investigación biomédica para los estados nación están en un bando, el bando que obtiene acceso a cada vez más armas biológicas potenciales, y el resto de nosotros estamos en el otro, a su merced.

Este plan mal conceptualizado solía denominarse proliferación de armas de destrucción masiva, y casi con toda seguridad es ilegal. (Por ejemplo, véase la resolución 1540 del Consejo de Seguridad adoptada en 2004.) Pero éste es el plan de la OMS y de muchos de nuestros dirigentes. Todos los gobiernos se repartirán las armas.

El enigma de la secuenciación genómica

Los gobiernos deben comprometerse a construir biolaboratorios que incluyan secuenciación genómica. No se ha dado ninguna explicación a porque cada nación necesita instalar sus propios laboratorios de secuencia genómica. Por supuesto, secunciarina los numerosos virus que se detectaran como resultado de las actividades de vigilancia de patógenos que debe realizar los países, según el borrador del tratado de la OMS. Pero se pueden utilizar las mismas técnicas para la secuenciación de genoma humano. El hecho de que el Reino Unido y EE.UU estén actualmente involucrados en proyectos para secuenciar alrededor de 2 millones de ciudadanos proporciona una pista de que tal vez quieran recolectar genomas adicionales de africanos y otros.

Esto podría entenderse como un simple intercambio de conocimientos científicos de vanguardia con nuestros vecinos menos desarrollados. Pero es curioso que se haga tanto hincapié en la genómica, en comparación con la ausencia de debate sobre el desarrollo de fármacos reutilizados para pandemias en el borrador del tratado o en las enmiendas al RSI.

Pero no podemos olvidar que prácticamente todas las naciones desarrolladas, al unísono, restringieron el uso de hidroxicloroquina genérica segura, ivermectina y medicamentos relacionados durante la pandemia. En retrospectiva, la única explicación lógica para esta acción sin precedentes fue preservar el mercado de los caros medicamentos y vacunas patentables, y posiblemente prolongar la pandemia.

Los genomas ofrecen grandes beneficios potenciales, además de proporcionar el sustrato para experimentos transhumanistas que podrían incluir bebés de diseño.

La última versión (también conocida como el borrador de la Oficina de la OMS) del tratado sobre la pandemia puede consultarse aquí. Proporciono capturas de pantalla para ilustrar puntos adicionales.

Borrador páginas 10 :

El borrador del Tratado de la OMS incentiva la investigación de ganancia de función

¿Qué más contiene el Tratado? El tratado incentiva explícitamente la investigación para aumentar la función (diseñada para hacer que los microorganismos sean más transmisibles o más patógenos). El Tratado exige que se reduzcan al mínimo los obstáculos administrativos a este tipo de investigación y que se eviten las consecuencias no deseadas (es decir, las pandemias). Pero, por supuesto, cuando se lleva a cabo este tipo de investigación, no siempre pueden evitarse las fugas y pérdidas de agentes. El Programa Federal de Agentes Selectos (FSAP, por sus siglas en inglés) junto con los CDC y el USDA, que realiza un seguimiento de la investigación sobre posibles patógenos pandémicos, recoge informes de unos 200 accidentes o escapes anuales de laboratorios situados en Estados Unidos. El informe anual del FSAP para 2021 señala:

«En 2021, el FSAP recibió 8 informes de pérdidas, 177 informes de escapes y ningún informe de robos»

La investigación sobre patógenos mortales no puede realizarse sin riesgos tanto para los investigadores como para el mundo exterior.

Borrador de la página 15:

Las vacunas se lanzarán rápidamente bajo futuros protocolos de prueba abreviados

Normalmente, las vacunas tardan entre 10 y 15 años en desarrollarse. En caso de que usted pensara que las vacunas COVID tardaron demasiado en lanzarse (326 días desde la disponibilidad de la secuencia viral hasta la autorización de la primera vacuna COVID estadounidense), el borrador del tratado de la OMS tiene planes para acortar las pruebas. Habrá nuevas plataformas de ensayos clínicos. Las naciones deben aumentar la capacidad de ensayos clínicos. (¿Podría eso significar obligar a la gente a ser sujetos humanos en lugares apartados como África, por ejemplo?) Y habrá nuevos «mecanismos para facilitar la rápida interpretación de los datos de los ensayos clínicos», así como «estrategias para gestionar los riesgos de responsabilidad»

Borrador de la página 15:

La responsabilidad de fabricantes y gobiernos por lesiones de vacunas debe ser «gestionada»

Se supone que los países deben utilizar «modelos relevantes existentes» como referencia para la compensación de lesiones debidas a vacunas pandémicas. Por supuesto, la mayoría de los países no tienen sistemas de compensación por lesiones causadas por vacunas, y cuando los tienen los beneficios suelen ser mínimos.

¿El programa del gobierno de EE.UU. va a ser un modelo de lo que se implemente a nivel internacional?

El programa del gobierno de EE.UU. para lesiones debidas a productos pandémicos COVID (el Programa de Compensación de Lesiones por Contramedidas o CICP) ha compensado exactamente a 4 (sí, cuatro) de los 12.000 demandantes por lesiones relacionadas con productos COVID hasta el 1 de agosto de 2023. Todos los medicamentos y vacunas EUA (Autorizacion de Emergencia) pandémicos conllevan un escudo de responsabilidad para el gobierno y los fabricantes (esto incluye anticuerpos monoclonales, remdesivir pre-licencia, paxlovid, molnupiravir, algunos ventiladores y todas las vacunas COVID) y la única vía para la compensación de lesiones es a través de este programa.

Algo más de 1.000 de las 12.000 reclamaciones han sido resueltas, mientras que 10.887 están pendientes de revisión. Veinte solicitudes se consideraron admisibles y están pendientes de revisión. Las prestaciones sólo se abonan por gastos médicos no cubiertos o pérdida de ingresos. Un total de 983 personas, es decir, el 98% de aquellas cuyas solicitudes han sido resueltas, han visto denegadas sus solicitudes, muchas de ellas por no haber cumplido el breve plazo de prescripción de un año. A continuación figuran los últimos datos de este programa:

El borrador del tratado también exige debilitar la estricta regulación de medicamentos y vacunas durante las emergencias, bajo el pretexto de «Fortalecimiento de la Regulación». Como se anunció en el Reino Unido la semana pasada, donde se utilizarán las aprobaciones de «socios de confianza» para acelerar la concesión de licencias, se está avanzando hacia una aprobación o autorización de una única agencia reguladora, que será adoptada inmediatamente por otras naciones (pagina 26):

A continuación: Vacunas desarrolladas en 100 días

Un plan para desarrollar vacunas en 100 días y tenerlas fabricadas en 30 días adicionales ha sido ampliamente publicitado por la organización sin fines de lucro de vacunas CEPI, fundada en 2017 por Sir Dr. Jeremy Farrar, quien ahora es el Jefe Científico de la OMS. Los gobiernos de Estados Unidos y Reino Unido se han hecho eco del plan y han recibido cierto respaldo del G7 en 2021. Este plazo sólo permitiría realizar pruebas muy breves en seres humanos o, lo que es más probable, limitaría los ensayos clínicos en animales. ¿Por qué iba a firmar esto ningún país? ¿Es esto lo que queremos los ciudadanos?

Además, el plan depende de que las vacunas sólo se prueben por su capacidad de inducir anticuerpos, lo que se denomina inmunogenicidad, en lugar de demostrar que realmente previenen la enfermedad, al menos en su lanzamiento inicial. Según mi interpretación de la normativa de la FDA, los niveles de anticuerpos no eran un sustituto aceptable de la inmunidad, a menos que se hubiera demostrado su correlación real con la protección. Sin embargo, las recientes decisiones de la FDA sobre vacunas han desechado todo eso y ahora las vacunas se aprueban basándose únicamente en los niveles de anticuerpos. El comité asesor de vacunas de la FDA le ha pedido mejores indicadores de eficacia que estos, pero los asesores también han votado a favor de aprobar o autorizar vacunas en ausencia de medidas reales que demuestren que funcionan. Me enteré de esto porque veo las reuniones consultivas sobre vacunas de la FDA y ofrezco un blog en directo de las mismas.

Todos sabemos cuánto tardó el público en darse cuenta de que las vacunas COVID no evitaban la transmisión y sólo prevenían los casos durante un periodo de semanas a meses. El gobierno estadounidense aún no lo ha admitido oficialmente, a pesar de que la directora de los CDC, Rochelle Walensky, le dijo a Wolf Blitzer de CNN la verdad sobre la transmisión el 6 de agosto de 2021.

Es fundamental que el público entienda que las pruebas de seguridad sólo pueden realizarse en seres humanos, ya que los animales reaccionan a los medicamentos y vacunas de forma diferente a los humanos. Por lo tanto, la realización de pruebas limitadas en animales significaría que no se han realizado pruebas de seguridad reales. Pero también es inaceptable probar las vacunas en humanos sólo durante breves periodos.

Probar las vacunas durante breves ensayos en humanos (los ensayos de Pfizer sólo siguieron a un «subconjunto de seguridad» de los sujetos del ensayo durante una media de dos meses para comprobar la seguridad) permitió que las vacunas COVID se pusieran en circulación sin que el público fuera consciente de que podían causar miocarditis y muertes súbitas, más comúnmente en varones jóvenes atléticos en la adolescencia y la veintena, o una lista de otras afecciones.

Por último, siguiendo este plan de fabricación rápida, no se podrían realizar pruebas exhaustivas para detectar posibles fallos en el proceso de fabricación. Con el plan actual de instalaciones de fabricación lejanas y descentralizadas que se dice que son necesarias para lograr la equidad de las vacunas para todos, no hay ni de lejos suficientes reguladores que puedan inspeccionarlas y aprobarlas.

¿Respetará la OMS los derechos humanos?

La necesidad de respetar «los derechos humanos, la dignidad y la libertad de las personas» está recogida en el actual Reglamento Sanitario Internacional (RSI), así como en otros tratados de la ONU. Sin embargo, el lenguaje que garantiza los derechos humanos, la dignidad y la libertad de las personas fue eliminado de forma perentoria de la propuesta de enmiendas al RSI, sin ninguna explicación. La eliminación de las protecciones de los derechos humanos no pasó desapercibida, y la OMS ha sido ampliamente criticada por ello.

Al parecer, la OMS está respondiendo a estas críticas, por lo que el lenguaje que garantiza los derechos humanos que se eliminó de los borradores del Reglamento Sanitario Internacional se ha insertado en la versión más reciente del tratado sobre pandemias.

Conclusiones

Como predijo durante mucho tiempo la ciencia ficción, nuestros logros biocientíficos y cibercientíficos han acabado por escapársenos de las manos. Podemos producir vacunas en 100 días y fabricarlas en 130, pero no habrá garantías de que los productos sean seguros, eficaces o estén adecuadamente fabricados. Y podemos esperar grandes beneficios pero ninguna consecuencia para los fabricantes.

Se pueden descodificar nuestros genes y poner a nuestra disposición los frutos de la medicina personalizada. O quizá nuestros genes se patenten y se vendan al mejor postor. Podríamos seleccionar características especiales en nuestros hijos, pero al mismo tiempo podría crearse una subclase humana.

Nuestras comunicaciones electrónicas podrán ser completamente vigiladas y censuradas, y se podrá imponer a todo el mundo una mensajería uniforme. Pero, ¿para quién sería esto bueno?

Se pueden crear nuevas armas biológicas. Se pueden compartir. Quizá eso acelere el desarrollo de vacunas y terapias. Pero, ¿quién se beneficia realmente de este plan? ¿Quién paga el precio de los accidentes o del uso deliberado? ¿No sería mejor acabar por completo con la llamada investigación de ganancia de función mediante restricciones a la financiación y otras normativas, en lugar de fomentar su proliferación?

Son cuestiones importantes para la humanidad, y animo a todo el mundo a participar en la conversación.

Publicado originalmente por el Brownstone Institute

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