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La industria de los «chemtrails» al servicio del cambio climático y meteorológico provocado por el hombre

Fuente: TKP.at, Dr Peter F. Mayer, 18 de abril de 2024

Las estelas químicas (chemtrails, en inglés) son una teoría conspirativa hasta que se convierten en realidad. La manipulación meteorológica resulta familiar a todo viticultor que desee protegerse de los granizos grandes. Pero lo cierto es que la geoingeniería se practica hoy a escala industrial. Los medios de comunicación gubernamentales y corporativos prefieren escribir sobre el cambio climático supuestamente causado por el CO2 «de origen humano», pero no sobre la industria que altera deliberadamente el clima.

Antes de adentrarnos en el entramado de intereses y maquinaciones, voy a hacer una breve digresión sobre el término chemtrail que se ha tratado de ridiculizar. Se refiere a las estelas en la atmósfera causadas por sustancias químicas o como resultado de reacciones químicas. En el motor de una aeronave, el oxígeno reacciona químicamente con los hidrocarburos (queroseno, el combustible de la aviación) produciendo CO2 y H2O. El vapor de agua se hace visible en forma de estelas de condensación. Pero hay muchos aviones que rocían productos químicos a la atmósfera desde tanques, para producir lluvia, granizo u otras reacciones meteorológicas que pueden influir posteriormente en el clima a través de mecanismos de retroalimentación.

La siembra de nubes ha acaparado estos días los medios de comunicación gracias a las fuertes lluvias caídas en Dubai, e incluso la ORF (la compañía de radiodifusión austríaca) ha informado de lo que ya es innegable: «La agencia de noticias AP informó el miércoles que los meteorólogos de la autoridad meteorológica del país (NCM) habían confirmado seis o siete vuelos de siembra de nubes a los medios emiratíes.»

El pasado mes de marzo, Saudi Arabian Oil Co -la tercera empresa más valiosa del mundo que cotiza en bolsa- obtuvo una patente estadounidense para la producción de lluvia «con el fin de ayudar a inundar yacimientos petrolíferos remotos». Los perforadores necesitan agua para probar los pozos y aumentar la producción de petróleo. En el proceso patentado por Saudi Aramco se siembra yoduro de plata u otras sustancias en las nubes, y la precipitación se recoge en depósitos que pueden utilizarse para aumentar la producción de petróleo. Se desconoce si el gigante petrolero ya ha utilizado el proceso, que podría ser la causa de las precipitaciones en Dubai.

El Journal of Weather Modification (foto de arriba), que publica la Weather Modification Association, WMA (la asociación de modificación del clima), tiene ya 55 números. La WMA cuenta entre sus miembros con empresas, principalmente de Estados Unidos, pero también de otras regiones del mundo. La sección «Industry News» contiene artículos sobre proyectos de modificación climática, como: «Idaho experiments with new way to boost snowfall in warming world» (Idaho experimenta con una nueva forma de aumentar las nevadas en un mundo que se calienta ).

También hay noticias de Abu Dhabi (Emiratos Árabes Unidos, EAU): «UAEREP initiates kick off meeting for 5th cycle awarded project for real-time cloud seedability tracking“ (UAEREP -el programa de investigación de los EAU para el incremento de las lluvias- celebra la reunión de lanzamiento del proyecto de monitoreo de siembra de nubes en tiempo real, premiado con el quinto ciclo -del programa-). Otro proyecto financiado por los EAU experimenta con la nanotecnología mediante la siembra de nubes con partículas nanotecnológicas especiales.

La empresa 3D s.a. se describe a sí misma como «una de las empresas más innovadoras del mundo en el campo de la protección contra los fenómenos meteorológicos adversos. Es miembro de la Weather Modification Association y lleva realizando programas de este tipo desde 1981». Con aviones, radares y personal cualificado, la empresa proporciona lluvia o nieve en función de las necesidades del cliente. Tiene su sede en Tesalónica (Grecia).

Más de una docena de empresas, instituciones de investigación o individuos han patentado al menos 19 tecnologías o métodos para la siembra de nubes desde 2018, según una revisión de patentes internacionales realizada por E&E News. En esta lista se incluye el «sistema de aire electrostático para la modificación del clima» inventado y ahora probado por Martin. Otras dos patentes para generadores de lluvia se han concedido en EE.UU. al fabricante de aviones Boeing, y en la UE a WeatherTec AG de Zug, Suiza.

Uso militar de la manipulación del tiempo y el clima

El uso militar es, obviamente, inevitable. EE News muestra una foto con la siguiente leyenda: «Un avión militar malasio siembra nubes en 2019 para despejar la neblina causada por los incendios de las plantaciones, lanzando agua y sal al cielo». En Ucrania se observaron nubes y lluvia en la zona frontal durante un tiempo en que el barro que dificultaba el movimiento era favorable. Este año, sin embargo, la temporada de lodo no se ha materializado y las condiciones secas están permitiendo un progreso rápido, aunque no lo suficiente.

El verano pasado, Peter Koenig, analista geopolítico y execonomista del Banco Mundial y la OMS publicó un análisis titulado The Criminal Insanity of Climate Change: Direct Energy Weapons (DEW) Create Forest and Bush Fires, Destroying Entire Cities and Igniting Boats in the Sea (La locura criminal del cambio climático: las armas de energía directa -DEW- queman bosques y arbustos, destruyen ciudades enteras e incendian barcos en el mar). El estudio señala, entre otras cosas:

«Desde 2020, con la entrada en vigor de la infame Agenda 2030 de la ONU, las noticias y las falsas noticias sobre el calor, el «cambio climático» inducido por el CO2 y provocado por el hombre ha alcanzado nuevas cotas. Por si fuera poco, los incendios forestales no solo son provocados por pirómanos a sueldo, sino también con armas militares de energía dirigida (Directed Energy Weapons, DEW) y otros medios de modificación ambiental (Environmental Modification, ENMOD). Esto se llama geoingeniería, y lo que estamos presenciando hoy, en los últimos tres años e incluso mucho antes, es una guerra abierta con sofisticadas armas de energía electromagnética dirigida por láser.

Las armas de energía dirigida son sistemas electromagnéticos capaces de convertir energía química o eléctrica en energía radiante, que luego se dispara mediante rayos láser a la velocidad de la luz contra objetivos específicos. Las DEW pueden generar fuerzas que van desde la disuasión hasta el daño y la destrucción.

En paralelo a estas terribles olas de calor se están produciendo tifones, huracanes e inundaciones similares a tsunamis por todo el mundo; sobre todo, aunque no exclusivamente, en el hemisferio norte. La mayoría de ellos son también el resultado de la geoingeniería. Escandinavia sufrió lluvias torrenciales que provocaron inundaciones en Noruega y Dinamarca. También se produjeron inundaciones extremas en Japón y el noreste de China. En Pekín se registraron casi simultáneamente olas de calor récord, seguidas muy de cerca por lluvias torrenciales extremas causadas por tifones, y las consiguientes inundaciones. ¿Seguro? Sin duda.

Sólo una idea: los autoproclamados amos del universo piensan linealmente. Para eso se han entrenado sus mentes. ¿Y si estos cambios meteorológicos y climáticos que están haciendo ahora para objetivos específicos -cada vez más diversos- desarrollan su propia dinámica, ya que no son lineales sino, de hecho, dinámicos, y tienen efectos a largo plazo diferentes de los pretendidos por el culto globalista? Es un decir.

Volvamos a las armas de energía dirigida (DEW) y otras tecnologías de modificación climática (ENMOD). Esta ciencia se viene desarrollando desde la década de 1940 y ha evolucionado en los últimos 80 años hasta convertirse en una sofisticada tecnología capaz de causar estragos indescriptibles, destruyendo infraestructuras, hogares, bosques y la vida de todos los seres sintientes, incluidos animales y humanos.

Estas tecnologías son muy diversas y van desde la DEW hasta el Programa HAARP (High-Frequency Active Auroral Research Programme), un programa de la Fuerza Aérea de EE.UU., pasando por armas de ondas electromagnéticas escalares similares a la DEW… y mucho más.

Existe una amplia literatura sobre el tema, pero prácticamente ninguna cobertura mediática.»

Aquí, el campo de antenas HAARP en Gakona, Alaska.

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Aquí, una captura de pantalla del sitio de la Universidad de Alaska Faibanks:

Cabe señalar que el programa HAARP fue confirmado en un programa de la CBC en 1996.

Video HAARP de la CBC, Weather Control:

Arma aérea estadounidense a punto de «poseer» el clima en 2025

A principios de noviembre de 2023, un experimento HAARP produjo auroras boreales visibles hasta nuestra latitud, alrededor de los 45 grados. Las frecuencias utilizadas correspondían a las de la serie de desintegración del plutonio hasta el hafnio.

F. William Engdahl, consultor de riesgos estratégicos, conferenciante y autor de best-sellers sobre petróleo y geopolítica, escribe en un ensayo que los fenómenos meteorológicos extremos bien podrían ser obra del hombre. Podrían deberse a la manipulación deliberada y malintencionada de nuestros patrones meteorológicos más importantes.

Engdahl informa sobre los enfoques militares de la manipulación climática:

«En junio de 1996, las Fuerzas Aéreas de los Estados Unidos publicaron un informe con el provocativo título de Weather as a Force Multiplier: Owning the Weather in 2025 (El clima como multiplicador de fuerzas: poseer el clima en 2025). El informe esbozaba las posibilidades de influir artificialmente en el clima (geoingeniería) para, entre otras cosas, intensificar las lluvias o las tormentas, impedir las precipitaciones (desencadenar sequías) o eliminar la capa de nubes del enemigo. El informe se elaboró «para examinar los conceptos, capacidades y tecnologías necesarios para que Estados Unidos siguiera siendo la potencia aeroespacial dominante en el futuro». El informe afirma al principio: «La modificación del clima puede dividirse en dos categorías principales: supresión e intensificación de los patrones meteorológicos. En casos extremos, esto puede significar crear patrones meteorológicos completamente nuevos, debilitar o controlar tormentas severas, o incluso «alterar el clima global a escala generalizada y/o duradera» (énfasis añadido).

El documento de las Fuerzas Aéreas, que curiosamente no se eliminó de la web hasta 2021, continúa diciendo: «…ignoramos las tremendas capacidades militares que podrían resultar de este campo bajo nuestro propio riesgo… El empleo apropiado de la modificación del clima puede permitir un dominio sin precedentes en el campo de batalla… La tecnología está ahí, esperando a que la utilicemos». Para 2025, señala, «podemos dominar el clima». Y añade que ya en la época de Eisenhower, en 1957, el Comité Asesor del Presidente sobre Control Meteorológico reconoció explícitamente el potencial militar de la modificación del clima y advirtió en su informe que podría convertirse en un arma más importante que la bomba atómica. De eso hace casi siete décadas.

El uso militar de la modificación climática para dañar al enemigo no es nuevo. Engdahl describe cómo durante la guerra de Vietnam, el entonces Secretario de Estado Henry Kissinger y la CIA autorizaron un proyecto de geoingeniería de alto secreto con el nombre en clave de «Operación PopEye». El proyecto se llevó a cabo desde Tailandia a través de Camboya, Laos y Vietnam. Utilizando aviones militares WC-130 y reactores RF-4, las fuerzas estadounidenses rociaron plata y yoduro de plomo en las nubes de tormenta monzónica estacional para convertir las carreteras de suministro norvietnamitas en fosos de barro intransitables. El objetivo era crear suficiente lluvia durante todo el año para bloquear los caminos de Ho Chi Minh.»

Pero parece que ahora van mucho más allá de estos simples comienzos, escribe Engdahl:

«Desde la década de 1970, los trabajos de geoingeniería artificial se han vuelto cada vez más sofisticados y también mucho más secretos. El método tradicional de «hacer lluvia», es decir, la «siembra de nubes» mediante aviones que esparcen partículas de yoduro de plata sobre nubes que contienen gotas de agua para producir precipitaciones, se viene utilizando desde la década de 1940. Desde los 90, época en que las Fuerzas Aéreas estadounidenses publicaron el libro Weather as a Force Multiplier: Owning the Weather in 2025, se han desarrollado nuevos métodos con mucho mayor alcance e impacto, y mucho antes de 2025.

Este informe de las Fuerzas Aéreas estadounidenses de 1996 afirma: «…la modificación de la ionosfera es un área con muchas aplicaciones potenciales, y probablemente existan aplicaciones auxiliares aún imprevisibles.»

Por supuesto, no todo el mundo está contento con lo que está haciendo Estados Unidos. El proyecto HAARP de investigación ionosférica, de las Fuerzas Aéreas estadounidenses y de la Oficina de Investigación Naval, en Gakona, Alaska, ha provocado una fuerte oposición. En enero de 1999, sorprendentemente, incluso la Unión Europea calificó el proyecto de «preocupación mundial» y aprobó una resolución pidiendo más información sobre los riesgos para la salud y el medio ambiente. Washington hizo caso omiso de esta exigencia. La mayor parte de los datos de investigación del HAARP se mantuvieron en secreto por razones de «seguridad nacional», lo que originó especulaciones generalizadas sobre actividades siniestras.

Una buena fuente de información sobre proyectos lucrativos suelen ser las oficinas de patentes. Engdahl también tiene un ejemplo de esto:

«En 1985, un brillante físico, el Dr. Bernard J. Eastlund, mientras trabajaba para ARCO Oil Company, solicitó una patente (US #4,686,605) para un «método y aparato para alterar una región de la atmósfera, ionosfera y magnetosfera terrestres», con una subvención de la agencia del Pentágono DARPA (Defense Advanced Research Project Agency). La descripción de la patente afirmaba que una irradiación selectiva de ondas de radio potentes en la ionosfera podría provocar un calentamiento y una «elevación» de la ionosfera terrestre. Esto podría utilizarse para controlar el clima cambiando las corrientes en chorro, desencadenando tornados, o provocando o impidiendo las lluvias. ARCO se puso en contacto con el ejército estadounidense y le vendió los derechos de patente de su entonces empleado Eastlund. Al parecer, el ejército estadounidense cedió los derechos de la patente a la destacada empresa militar Raytheon, que, según consta, participa en la construcción de los principales sistemas de radar de calentamiento ionosférico del mundo. ¿Coincidencia? Un portavoz de HAARP negó que la patente de Eastlund se utilizara para HAARP. Sin embargo, no mencionó ninguna de las otras instalaciones.

HAARP es un sistema de antenas de radar de matriz en fase de alta potencia dirigidas a la ionosfera. A veces se le denomina calentamiento iónico. La ionosfera es una capa de la atmósfera a gran altitud que contiene partículas de alta energía. Cuando se proyecta radiación en la ionosfera, se pueden generar enormes cantidades de energía que pueden destruir una región específica. El sitio web de HAARP, ahora eliminado, afirmaba inicialmente que HAARP era «un proyecto científico destinado a estudiar las propiedades y el comportamiento de la ionosfera… con fines tanto civiles como militares.

El HAARP de Gakona fue desmantelado oficialmente por el ejército estadounidense en 2013. En 2015, el ejército transfirió oficialmente la explotación de HAARP a su socio civil, la Universidad de Alaska en Fairbanks. El cierre sirvió de pretexto para poner fin a la emisión en directo de señales HAARP en un sitio web público, que había proporcionado pruebas claras de los vínculos entre las actividades HAARP y grandes desastres meteorológicos como el huracán Katrina o el terremoto de Chengdu de 2008. La explotación de la instalación se transfirió a la Universidad de Alaska en 2015.»

Se cree que Raytheon, la mayor empresa de defensa estadounidense que recibió de ARCO las patentes de Eastlund, está involucrada en muchas de estas instalaciones en todo el mundo. El exmiembro de la junta directiva Lloyd J Austin III, es el actual Secretario de Defensa de Estados Unidos.

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