Teoría del terreno frente a teoría de los gérmenes: una nueva mirada a un viejo principio
Fuente: The Epoch Times, Emma Tekstra, 05 de mayo de 2024
La teoría de que un cuerpo fuerte y sano mantiene a raya la enfermedad está resurgiendo como fundamento para mantener el bienestar y combatir posibles enfermedades.
Punto de vista de la salud
Gran parte de la medicina moderna se basa en la «teoría de los gérmenes», que condujo al desarrollo de los primeros antibióticos en la década de 1940. Aunque se le atribuye el mérito de haber salvado a millones de personas de infecciones mortales, la actual explosión de enfermedades crónicas pone de manifiesto sus carencias.
Propuesto casi a la par que la teoría de los gérmenes, la «teoría del terreno» apenas recordada, está recibiendo por fin la atención que merece y podría llegar a liderar la próxima transformación de la medicina. Como individuo, usted puede adoptar los principios de esta teoría para revertir la enfermedad y mantenerse sano.
¿Qué es la teoría del terreno?
Mientras que la teoría de los gérmenes sugiere que la enfermedad es la consecuencia de un germen específico y que sólo sanaremos al destruir los gérmenes, la teoría del terreno postula que un cuerpo debilitado atrae la enfermedad y un cuerpo sano la resiste. Ambas teorías suelen compararse utilizando la analogía de una pecera. Si su pez está enfermo, la teoría de los gérmenes le propondría aislarlo y tal vez suministrarle unos antibióticos o una vacuna. La teoría del terreno diría: «¡Limpie la pecera!»
Nuestro cuerpo es nuestro terreno. Para mantenerlo sano hay que alimentarlo con alimentos nutritivos y libres de toxinas, ejercitar los músculos con movimientos regulares, permitirle descansar y repararse con un sueño adecuado, y mantener la mente y el alma llenas de energía mediante interacciones sociales positivas.
Pero la teoría del terreno no sólo nos permite «mantenernos» sanos. También puede «devolvernos la salud» una vez que enfermamos. Mientras que centrarse en una sola causa, como un patógeno, sirve bien a la industria farmacéutica, un enfoque holístico de la salud basado en la teoría del terreno hace hincapié en el estilo de vida, y pone la solución, en gran medida, en nuestras propias manos.
La teoría de los gérmenes bajo el microscopio
No cabe duda de que los antibióticos han salvado muchas vidas. La teoría de los gérmenes nos ayudó a entender que compartimos este mundo con diminutos microbios que no podemos ver pero que pueden enfermarnos. Sin embargo, la ciencia más reciente, que destaca la importancia de nuestro microbioma, aporta numerosas pruebas de que la teoría de los gérmenes es, en el mejor de los casos, incompleta y corta de miras.
Nuestro microbioma o microbiota hace referencia a los billones de bacterias, virus, hongos y parásitos que hay dentro y fuera de nuestro cuerpo. La gran mayoría de estos organismos contribuyen a un terreno feliz e influyen en multitud de procesos vitales. De hecho, se ha demostrado que la ausencia de estos bichos beneficiosos favorece las enfermedades y nos hace más susceptibles a los microbios patógenos y a las enfermedades crónicas.
No solo los antibióticos acaban con muchos de nuestros bichos beneficiosos; la medicina moderna, con base en la teoría de los gérmenes, ha identificado otros tipos de medicamentos para tratar dolencias individuales, muchos de los cuales también afectan negativamente a nuestro microbioma y destruyen nutrientes esenciales de nuestro organismo, según demuestra la evidencia.
El conflicto entre la teoría de los gérmenes y la teoría del terreno puede ser duradero. Limpiar nuestro cuerpo cuando aparece la enfermedad lleva su tiempo. Requiere aprender nuevos hábitos, cambiar la forma en que comemos o pasamos el tiempo, tal vez abordar traumas del pasado. En algunos casos, significa cambiar nuestro entorno o aprender nueva información. El tratamiento del terreno no funciona bien para las enfermedades que ponen en peligro la vida de manera inminente, ya que tarda tiempo en asentarse. Por eso nunca es demasiado pronto para limpiar nuestro cuerpo, y lo mejor es no esperar a que se produzca una enfermedad aguda, ya sea una infección abrumadora, un cáncer inoperable o un ataque al corazón. Adoptar los principios de la teoría holística del terreno siempre aumentará las probabilidades de evitar este tipo de diagnósticos o, al menos, de acelerar la recuperación.
Ejemplos de la teoría del terreno en acción
Gravedad y resultados del COVID-19
Los principios de la teoría del terreno se pusieron de manifiesto durante la pandemia del COVID-19. Los datos recopilados en China, ya en abril de 2020, y publicados en un artículo de una revista sobre diabetes en junio del mismo año, explicaron la fisiología subyacente a las observaciones de que la mayoría de las personas hospitalizadas con diagnóstico de gravedad y las que sucumbieron a una infección mortal tenían comorbilidades de obesidad, diabetes y enfermedades cardíacas. Estudios similares se realizaron en todo el mundo en los meses y años subsiguientes.
En los últimos años hemos empezado a utilizar el término «COVID persistente» para describir los síntomas que aparecen mucho después del término de la infección original. Sin embargo, se sabe desde hace tiempo que las infecciones víricas pueden provocar secuelas (síntomas secundarios, o una afección independiente de la enfermedad primaria). La teoría del terreno nos proporciona una explicación de por qué de cada tres personas expuestas al mismo germen, una puede no enfermar en absoluto, otra puede enfermar y recuperarse rápidamente, y una tercera puede sufrir una afección o discapacidad a largo plazo.
Aun cuando el terreno no sea el responsable último de la salud o de la enfermedad, la carencia de vitamina D se identificó rápidamente como riesgo de un mal resultado del COVID-19. Fácilmente medible en la sangre y remediable con un suplemento de alta calidad, la vitamina D podría haberse confundido con una cura particular para el COVID-19. Sin embargo, interviene en tantos procesos corporales que su deficiencia puede provocar todo tipo de enfermedades, incluido el cáncer, lo que pone de relieve la importancia de los nutrientes para mantener un terreno sano.
Enfermedad de Lyme
La enfermedad de Lyme está causada por la bacteria Borrelia burgdorferi y se transmite a los humanos normalmente a través de las picaduras de garrapatas infectadas. La medicina convencional, que opera bajo la teoría de los gérmenes, ofrece un tratamiento de antibióticos para combatir la infección. Sin embargo, como explica la International Lyme and Associated Diseases Society (Sociedad Internacional de Lyme y Enfermedades Asociadas), el Lyme suele ser una afección mucho más compleja que no se resuelve con antibióticos. Más bien requiere un tratamiento multisistémico acorde con los principios de la teoría del terreno para ayudar al organismo a atajar la infección. De hecho, los antibióticos de amplio espectro utilizados a menudo para el Lyme pueden actuar contra los propios mecanismos de curación del cuerpo y crear más problemas para el paciente, en particular a través de la alteración del microbioma.
Como ya se ha comentado, un organismo sano está mejor preparado para eliminar una infección producida por una bacteria como la Borrelia, que uno comprometido por una mala nutrición, exposición a toxinas, un estilo de vida sedentario o un estrés excesivo. Abordar estos factores como parte del tratamiento es sin duda recomendable, y adoptar una actitud proactiva respecto a la salud subyacente de nuestro cuerpo antes de toparse con los gérmenes es infinitamente mejor. La prevención, a través del cuidado de nuestro terreno, ofrece a nuestro cuerpo más oportunidades para hacer frente a un patógeno con las defensas divinas que producen nuestros cuerpos de un modo natural.
Enfermedades infantiles
Tal vez la controversia más conocida entre la teoría de los gérmenes y la teoría del terreno sea la historia de las enfermedades infecciosas infantiles, como el sarampión. El argumento ha resucitado con el incremento de los casos de sarampión en los últimos años en Estados Unidos y Europa.
Aunque el sarampión puede ser una enfermedad grave y sigue causando unas 100.000 muertes al año en todo el mundo -principalmente en los países más pobres de África y el sudeste asiático-, en general se reconoce que la nutrición, o la falta de ella, desempeña el papel más importante en su gravedad.
Merece la pena indagar en la historia del sarampión para hacerse una idea precisa de cómo las tasas de mortalidad por esta enfermedad habían caído en picado mucho antes de que apareciera una vacuna. Tanto las pruebas históricas como las más recientes confirman que la mejora de la nutrición y la importancia de la vitamina A en particular, es fundamental tanto para prevenir el sarampión como para reducir su gravedad.
La vitamina C es otro nutriente fundamental, sobre todo cuando se lucha contra una enfermedad vírica, como se explica en los escritos del Dr. Thomas E. Levy. Más conocida por su nombre científico de ácido ascórbico, la vitamina C es un potente antioxidante esencial para mantener la integridad vascular. La vitamina C se agota rápidamente cuando el organismo lucha contra una infección vírica, razón por la cual muchas infecciones pueden provocar complicaciones hemorrágicas e inducir efectivamente el escorbuto en el paciente. La eficacia de las altas dosis de vitamina C intravenosa en el tratamiento de la sepsis pone de relieve la importancia del terreno en la prevención y el tratamiento de las enfermedades infecciosas.
Enfermedades crónicas
El acusado descenso de las enfermedades infecciosas en el último medio siglo se ha sustituido por un espectacular aumento de las enfermedades crónicas. En Estados Unidos, los Centers for Disease Control and Prevention (Centros para el Control y Prevención de la Enfermedad) estiman que el 60% de los estadounidenses padecen una o más enfermedades crónicas como diabetes, cáncer y problemas cardíacos o renales.
Aunque en general se reconoce que el estilo de vida y el mantenimiento de un terreno sano son factores importantes en estas afecciones, la medicina sigue practicándose como si los gérmenes fueran los responsables. Tras el diagnóstico de una afección concreta, en lugar de educar al paciente en la importancia de mejorar el terreno, suelen recetarse fármacos para atajar la enfermedad.
Aun cuando las enfermedades cardiovasculares, el cáncer y la diabetes acaparan la mayor parte de la atención mediática, millones de personas padecen enfermedades autoinmunes debilitantes como la artritis reumatoide, el lupus, la enfermedad de Crohn, la psoriasis, la celiaquía, la tiroiditis de Hashimoto y cerca de cien enfermedades autoinmunes más de las que quizá usted nunca haya oído hablar. Aunque las etiquetas difieren, los procesos subyacentes son idénticos: básicamente, el cuerpo se ataca a sí mismo.
La autoinmunidad puede afectar a cualquier célula, órgano, tejido o incluso a una enzima u hormona producida por el organismo. Es como si nuestro sistema inmune se hubiera vuelto contra nosotros, lo que refuerza la idea de que la teoría de los gérmenes y sus implicaciones podrían interferir en los mecanismos innatos demostrados por la teoría del terreno.
Conclusiones críticas
Aunque la medicina moderna sigue dependiendo de las herramientas y filosofías desarrolladas a partir de la teoría de los gérmenes, nosotros podemos tomar cartas en el asunto y comprender que la salud de nuestro terreno es igual de importante -si no más- para prevenir o combatir la enfermedad. Otras conclusiones críticas del debate en curso son:
- La historia es nuestra maestra. Las avanzadas herramientas actuales no anulan las observaciones e ideas del pasado.
- La ciencia siempre evoluciona. Contraponer teorías enfrentadas suele acercarnos más a la verdad que abordarlas por separado.
- El cuerpo humano es infinitamente complejo. Puede darnos la impresión de que los médicos y los científicos comprenden todos los aspectos de la vida y la salud, pero la maravillosa creación divina garantiza que siempre queda camino por recorrer.
- Un enfoque natural de la salud y la curación puede proporcionar mejores resultados a largo plazo que un arsenal creado por el hombre. Trabajar en conjunción con el diseño divino tiene más probabilidades de equilibrar el terreno e impulsar la salud que centrarse en eliminar un culpable externo.